¿Cómo sanar las heridas emocionales? 

Las heridas emocionales son experiencias dolorosas que pueden surgir de traumas no resueltos, pérdidas, relaciones complicadas u otras situaciones que nos marcan profundamente. Sanarlas es un proceso que requiere tiempo, paciencia y con frecuencia ayuda profesional. Hablamos de las diferencias entre las heridas emocionales y los traumas emocionales. Son conceptos relacionados con el bienestar psicológico pero tienen claras diferencias en su naturaleza, intensidad e impacto. Por lo que se refiere a su intensidad, las heridas emocionales son menos intensas y más fáciles de gestionar, mientras que los traumas emocionales son más profundos y pueden requerir ayuda profesional. Respecto a la duración, las heridas emocionales pueden sanarse con el tiempo, pero los traumas pueden tener efectos a largo plazo si no se tratan adecuadamente. Por su impacto, los traumas pueden alterar el funcionamiento psicológico y emocional de una persona de forma significativa, mientras que las heridas emocionales suelen tener un impacto más leve y temporal.

Detallamos algunas estrategias para abordar este proceso:

En primer lugar, es importante saber las heridas del alma, conocer cuáles son, saber su funcionamiento. Según el libro «Más allá del Yo»  de Mario Salvador, cuando una persona experimenta una situación amenazante o traumática, el cerebro activa mecanismos de supervivencia que pueden dejar huellas emocionales profundas. Estas huellas pueden quedar marcadas en el sistema nervioso, afectando a la forma en que la persona procesa las emociones y las experiencias futuras. Lise Bourbeau lo explica en su libro «Las cinco heridas que impiden ser uno mismo», donde describe las cinco heridas emocionales que pueden marcar profundamente a las personas a lo largo de su vida: el rechazo, el abandono, la humillación, la traición y la injusticia. A cada herida se le asocian unos sentimientos y unas posibles dificultades.

Identificar la causa, ser conscientes de ello. Es esencial reconocer de dónde proviene el dolor emocional. En muchas ocasiones, estas heridas se desarrollan durante la infancia o están relacionadas con experiencias pasadas como relaciones con familiares, amistades, parejas o incluso con la pérdida de un ser querido. Entender el origen del dolor es el primer paso para empezar a sanar.

Muchas veces me dicen, ¿cómo hago para sanar ésta herida? Pues ante todo tomar conciencia con todas sus dimensiones, saber cómo nos impacta en nuestro día a día tener esta herida y no tener otra; ¿Tienes miedos? ¿tienes inseguridades?, ¿te cuesta hacer algo?, ¿no puedes controlar tus emociones, tu rabia, tu tono de voz?, ¿el respeto hacia los demás? Cogemos conciencia sobre que nos pasa.

Permitirse sentir y expresar las emociones. Es importante darse permiso para sentir tristeza, rabia o miedo, y expresar estas emociones de forma saludable. Dedicarle tiempo y mirarlo de caras, hablando con alguien de confianza o escribir en un diario.Construir vínculos saludables, crear y sostener una red de buenos tratos. Las relaciones positivas pueden ser una fuente de soporte y curación. Rodearse de personas que nos respetan y valoran puede ayudar a reconstruir la confianza.

Trabajar la autoestima, empoderarse. Trabajar la autoaceptación y en la valoración personal es clave para recuperar la confianza en uno mismo. Muchas heridas están arraigadas en creencias limitantes. Por ejemplo, una persona con la herida de desecho puede creer que no es digna de amor. Escuchar el corazón (hacernos preguntas como qué quiero, ¿qué necesito? ¿me siento cansado/a o tengo energía?, ¿hago lo que quiero hacer o lo que se supone que debo hacer?, ¿qué quiero realmente en la vida?). Hablarnos con dulzura y aprender de los errores que hemos cometido, pueden ser algunas de las formas para aprender a querernos un poco más.

Practicar el autocuidado físico y emocional. Esto puede incluir actividades como la meditación, el ejercicio físico diario, una alimentación equilibrada y momentos de descanso para conectar con uno mismo. Vivir el presente y soltar el pasado. Muchas heridas emocionales se mantienen abiertas para que nos aferremos al pasado. Aprender a vivir el presente, desde la libertad y sin proyectar el dolor en las relaciones actuales es fundamental para avanzar.

Sanar las heridas emocionales es un proceso personal y único para cada persona. ¿La fórmula mágica? con paciencia, apoyo y las herramientas adecuadas es posible dejar atrás el dolor y vivir una vida más plena y libre. El dolor y las alegrías metabolizan cuando le damos un significado a la experiencia vivida.

Abraza tus heridas, porque ellas cuentan una historia de superación y valentía. Tu corazón es como una flor que, a pesar de las tormentas, siempre encuentra la manera de volver a florecer. Así pues, escribamos, pintemos, cantemos, bailemos, sonreímos, abrazemos…¡disfrutemos de estar aquí! Gracias por estar.

Antes de terminar, me gustaría leer unas palabras.

¿Sabías que somos el fruto de las semillas que se plantaron en nuestra infancia? Por ejemplo, si de niño te decían “es muy caro” cada vez que pedías algo que te hacía falta, puede que seas un adulto que se siente culpable cada vez que gasta dinero en sí mismo.

Si de niño te tocó ser responsable antes de tiempo, cuidando de tus padres, abuelos o hermanos pequeños, quizá sea un adulto que está pendiente de todos menos de ti mismo. Si de niño se reían de ti cada vez que estabas triste o enfadado, quizás seas un adulto que prefiere no hablar por no molestar o que se ponga rojo si le toca hacerlo.

Si de niño nunca te reconocieron o felicitaron por tus metas, quizás seas un adulto con un diálogo interno muy auto exigente y agresivo.

Si de niño fuiste testigo de una separación traumática, quizás de adulto te cueste mucho la entrega, la confianza y el compromiso con pareja.

Si de niño recibiste muchas críticas de tus cuidadores, quizás seas un adulto con una autoestima debilitada y necesites constantemente la aprobación externa.

Si de niño alguien hacía las cosas por ti, quizás seas un adulto que te sientas incapaz y pienses que «solo no podrás» y cedas tu poder a cualquiera que te ayude a resolver.

La buena noticia es que tu niño herido sigue ahí esperando a ser visto sólo por ti. Míralo, escúchalo, abrázalo, conviértete en el adulto que te hizo falta.

Somos los frutos de las semillas que se plantaron en nuestra infancia, no hace falta arrancar nada ni remover tierra. Sólo regarnos de amor propio, cerrar los ojos cara al sol, respirar profundo y aceptarnos para empezar a florecer”.

 

finatrullas.com

Cançó d’Àlex Roa : https://www.youtube.com/watch?v=_y0YED8kUKw

Podéis escuchar el programa en el siguiente enlace: https://www.radioarenys.cat/programs/elpuntdelinterrogant/radioarenysdemar_podcast_42063