Nuestras primeras relaciones parentales y maternales han marcado un tipo de «apego», si éste ha sido seguro habrá permitido que las experiencias sociales sean positivas y nos faciliten el tránsito por la vida. En otros sistemas de «apego» necesitaremos la ayuda profesional para poder reconocer aquellos engranajes que no nos ayudan a ser asertivos, necesitaremos encontrar la manera de desatascar repeticiones de situaciones traumáticas, tomando conciencia y buscando un cambio en el sistema de relaciones que nos permita empoderarnos para afrontar de manera diferente las situaciones traumáticas.

A menudo nos cuesta entender que la mente puede enfermar. Cuando tenemos un dolor físico enseguida seguiremos las indicaciones del especialista para remediarlo, en cambio cuando hablamos de la mente nos cuesta más seguir un procedimiento adecuado para recuperarnos.

Los traumas vienen de situaciones no superadas o de un cúmulo de pequeños acontecimientos desfavorables, que nos provocan un dolor excesivo que rompe y distorsiona el funcionamiento de nuestros pensamientos y sensaciones del día a día. Este dolor intenso nos provoca una rotura interna que supera nuestra capacidad de resiliencia, esto no permite que nos podamos recuperar sin ayuda.

Cuando trabajamos el vínculo con las personas cercanas, aumenta nuestra seguridad y hacemos que el otro se sienta acompañado y protegido ante situaciones adversas, por lo tanto crear una red de buenos tratos nos acompañará en nuestros procesos personales.

A.J. Siegel en sus estudios nos dice que: «las conexiones humanas moldean las conexiones neuronales de las cuales surge la mente. La mente tiene que ver con el alma, el intelecto, y gobierna el organismo total y su interacción con el contexto … Las relaciones interpersonales pueden facilitar o inhibir este impulso a integrar una experiencia coherente .. Las experiencias personales influyen sobre la manera en que construimos la realidad … Las experiencias pueden modelar no sólo la información que entra en la mente, sino también la manera en que la mente desarrolla la habilidad para procesar esta información. »

Una persona con sentido del humor tiene más facilidad para equilibrar sus emociones, sus pensamientos. El humor nos ayuda a desarrollar competencias sociales. El humor nos permite situarnos entre la seguridad y el absurdo, y nos hace capaces de utilizar de una manera más eficiente nuestras capacidades.

Cuando podemos reír o sonreír de una situación difícil que nos angustia, perdamos el miedo y podemos mirarla desde un nuevo ángulo, relativizando la dificultad y ganando confianza. Tener la capacidad de reírse de todo, hasta de nosotros mismos es un antídoto ante situaciones traumáticas. Reírse de uno mismo relaja y hace que disminuya la preocupación sobre lo que puedan pensar los demás. Nos permite trascender el momento concreto poniendo distancia entre el problema y el sentimiento.

Como dice David Bueno «reír es bueno para la salud física y mental. En cuanto al cerebro, el humor y la capacidad de reír asocian a redes neuronales de creatividad y resiliencia … Cuando reímos, el cerebro libera endorfinas, unas neurohormonas que generan sensación de bienestar. Además contrarrestan los efectos del estrés, el cual perjudica la fisiología de muchos sistemas corporales y favorece la tensión, la hostilidad, la ansiedad y la depresión … risa disminuye la sensación de dolor … Risa no cura el cáncer ni ninguna enfermedad infecciosa pero predispone el cuerpo para responder mejor a los tratamientos. »

Por ejemplo, todos hemos oído hablar de los Xaropclown, que se dedican a hacer reír a los niños que están hospitalizados. Ellos saben que el equipo sanitario cura el mal, pero ellos activando la risa, ayudan a que el dolor sea más leve y se intensifiquen las ganas de vivir.

Cuando nos tomamos la vida con humor somos más capaces de afrontar situaciones hostiles, y conseguimos mejorar el equilibrio emocional.

Cada vez que nos permitimos una experiencia divertida y placentera, estamos reforzando positivamente nuestras relaciones. Una de las causas tiene que ver con una sustancia química presente en el cerebro, la dopamina. D.J Siegel dice: «la dopamina es un neurotransmisor, lo que significa que permite la comunicación entre las neuronas. Las neuronas reciben lo que algunos denominan «chorritos de dopamina» cuando nos sucede algo placentero, y eso hace que tengamos ganas de que esta experiencia se repita … La dopamina es la sustancia química de la recompensa, y el juego y la diversión constituyen recompensas en nuestra vida. »

Todos necesitamos el buen humor para transitar entre conflictos y contradicciones. Necesitamos saber salir del mal humor, porque cuando estamos enfadados somos menos inteligentes y además consumimos más energía, por eso todo se hace más pesado. Para tener ganas de avanzar necesitamos encontrar el sentido positivo de las cosas. El optimismo nos activa la inteligencia, nos aporta energía y provoca alianzas. En cambio el pesimismo nos hace abandonar (V. Arnaiz)

En la película de «La vida de Brian» los Monty Python decían:

Mira siempre el lado positivo de la vida!

Si la vida parece de verdad podrida

hay algo que has olvidado

y es la risa, sonrisa, bailar, cantar …

cuando te sientes hundido,

no seas idiota,

frunce los labios y silba, eso es todo!

«El humor es el camino más corto entre una persona y el otro» – Georges Wolinski

«El humor es la educación de la desesperación» – Boris Vian

«La vida es demasiado importante como para tomarla en serio» – Oscar Wilde

Agradecimiento a Montse Vallès por su colaboración.

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Una molécula de miosina lleva endorfina sobre un filamento neuronal: ¡estás viendo caminar la felicidad!