Los recuerdos de la infancia, son los que nos marcan?
Un recuerdo es la construcción del pasado, que vivimos en el presente. Marca un camino vivido pero no determina el camino que todavía tenemos que recorrer.
Recuerdos hay de muchos tipos: olores, colores, situaciones, relaciones, percepciones, sensaciones, imágenes…
Los recuerdos se crean a partir de una vivencia que hemos tenido, que ha estado presente en nuestra historia. Las imágenes, los objetos, las fotografías, los relatos… las heridas, los traumas…. nos hacen vivir los recuerdos que nuestra mente y nuestro cuerpo han guardado.
Los recuerdos están almacenados de forma temporal al hipotálamo y después se envía a la corteza prefrontal del cerebro, formando nuestra memoria y se instala en la consciencia. La sinapsis (conexiones entre neuronas) se va modificando con los nuevos aprendizajes, y se van produciendo cambios en el cerebro y en el cuerpo.
La memoria es la capacidad que tenemos para almacenar, codificar y recuperar información guardada, gracias a las miles de conexiones sinápticas que se producen entre neuronas.
Tenemos diferentes tipos de memoria: la sensorial, la de largo plazo implícita y explícita y la corporal.
La memoria se construye de las sensaciones que se producen desde el primer momento de ser engendrados. La memoria nos ayuda a adaptarnos a nuestro entorno, a construir nuestra identidad. Cómo diría Shakespeare «la memoria es el centinela del cerebro».
Nuestros aprendizajes y vivencias se almacenan de diferentes maneras: si son actos motores se guardan en las paxiones (tempo-parieto-occipital) por el contrario si son emocionales se guardan en el frontal. El hipotálamo es el encargado de llevar la información a la corteza cerebral.
A nivel emocional ¿por qué no tenemos acceso a segundos qué recuerdos?
Quizás porque hemos sufrido un accidente, que ha afectado una parte del cerebro y esto nos impide acceder a estos recuerdos.
Si sufrimos una dolencia neurodegenerativa que afecte el funcionamiento del cerebro.
Un ictus, un tumor que echa a perder las conexiones neuronales.
Si hemos consumido sustancias que nos pueden producir lagunas en la memoria.
A nivel psicológico hablaríamos de traumas no resueltos, situaciones vividas con dolor o traumáticas, que no queremos recordar de manera consciente o inconsciente y construyen una barrera en el acceso a la memoria.
A nivel psicológico nos hay que exonerar ( quedar libre de una carga, de una culpa…), no perdonar simplemente.
A nivel neuronal el estrés (un exceso de cortisol) nos puede producir el efecto barrera para acceder a la memoria a largo plazo.
Si los recuerdos de la niñez son los que nos marcan definitivamente, podríamos hablar de estudios sobre la resiliencia. Jorge Barudy hablaría de la resiliencia primaria y secundaria, de la oportunidad que nos da la vida para modificar el vivido, dándole un significado diferente, mediante la mentalización.
La genética no es un destino inexorable, el código genético o código hereditario puede modificarse a partir de las vivencias en nuestro entorno, hablaríamos de epigénesi.
Si buscamos una nueva mirada, una nueva significación de los recuerdos, nos permitirá que estos no determinen nuestro destino.
Una infancia con uno apego seguro, con una buena almohada emocional, una infancia sin traumas, nos facilita el acceso a los recuerdos. Dar importancia a los primeros años de vida, nos permitirá garantizar el derecho de cualquier niño a disfrutar de los requisitos imprescindibles para un buen desarrollo. Solo de este modo se hace innecesario reorganizar, reconstruir, si nuestra infancia ha sido satisfactoria, el camino a la madurez será placentera.
Conocer nuestra vida, lo que hemos vivido, como hemos sido atendidos, como hemos sido mirados nos ayudará a mejorar nuestro camino.
Frente a la pérdida, a la adversidad y el sufrimiento que todos debemos afrontar, tarde o temprano, en el curso de nuestra existencia. Uno puede abandonarse al sufrimiento, tratar de ser una víctima. Estas soluciones son antiresilientes, porque todas significan un obstáculo para un proyecto de desarrollo. En el extremo opuesto, hacer algo con ese sufrimiento, hacer algo con ese aburrimiento, utilizar la necesidad de comprender para trascenderlo y convertirlo en un proyecto social o cultural construyen actitudes que impulsan la resiliencia ( Cyrulnik, 2009)
No te atragantes con recuerdos. Siete llaves
cierran siete puertas. Sabes bastante bien qué hay
detrás de cada una para volver
con el pretexto de añoranzas o negligencias.
No se enmienda la vida ya vivida
y este crepúsculo de rubí desvela
nuevas voces que vulneran todos los límites.
Guarda la triste pelusa de los secretos
en el oscuro fondo de cualquier bolsillo.
Que el viento no te excluya de sus combates
ni el mar, de sus ocios. Para curtirte
de nuevo la piel tendrás que abrir ventanas.
No sientas demasiada piedad por ti.
Tira las llaves y conócete más todavía.
Miquel Martí i Pol (Estimada Marta, 1977-1978)
Agradecimientos a Montse Vallès por su colaboración



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