La indiferencia puede ser vista como una herramienta de poder en distintos contextos, ya sea en la política, en las relaciones interpersonales, en el pensamiento estoico o en el amor.

La historia de la indiferencia ha sido objeto de interés para varios autores y pensadores a lo largo del tiempo, quienes han abordado este tema desde diversas ópticas. La indiferencia puede percibirse como un estado de ánimo en el que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona, objeto o asunto determinado. Este sentimiento puede generar reacciones y consecuencias negativas, tanto para la persona que la proyecta, que puede parecer carente de empatía, como para la sociedad en general. Las personas indiferentes pueden experimentar aislamiento, soledad, niveles elevados de ansiedad, baja autoestima y falta de valores morales y pueden conducirlas a la desconexión emocional con los demás, afectando a las relaciones interpersonales. También puede ser utilizada como escudo de supervivencia para protegerse de las emociones y evitar sentirse herido. como mecanismo de defensa o como resultado de experiencias traumáticas de rechazo o abandono.

En relación con la psicología, la indiferencia puede ser síntoma de trastornos como la alexitimia, que es la incapacidad de las personas para expresar e identificar sus emociones, o como mecanismo de protección para evitar el dolor emocional, e incluso como un instrumento de manipulación o deseo de causar daño a otra persona; cuando ésta es prolongada, se la conoce como la «ley del hielo».

También se la relaciona con el miedo, como un sentimiento inherente en busca de la felicidad y el temor a no conseguirla o a perderla. Así pues, la indiferencia es un tema complejo que puede abordarse desde diversas ópticas y tiene implicaciones tanto personales como sociales.

Los autores tienen diversas perspectivas sobre la indiferencia, viéndola como un punto intermedio entre el aprecio y el desprecio, donde el sujeto se vuelve apático respecto a determinados asuntos. Antonio Gramsci, un pensador italiano, expresó su desprecio hacia la indiferencia, afirmando que es «el peso muerto de la historia». Criticó a aquellas personas que no toman partido y que viven entre la indiferencia y la abúlia, convirtiendo la vida en una fatalidad y afirmó que es una fuerza destructiva que puede arruinar los planes mejor concebidos. En el mundo del arte también se hace referencia a la palabra «filisteo» como sinónimo de persona hostil o indiferente a la cultura y las artes. Un grupo de artistas abrazó una nueva estética que se conoce como la Estética de la Indiferencia.

Tengo una visión clara sobre la indiferencia. Destaco la importancia de no ver sólo los problemas, sino también movilizar los recursos y no tener en cuenta sólo los síntomas físicos o mentales. Creo necesario aceptar a la persona, aunque no admiremos su comportamiento. Además, destaco la importancia de sembrar semillas de esperanza y confianza en las personas para ayudarles a superar las adversidades y recuperarse de los traumas para poder recoger bienestar. Cito una frase de Albert Camús como ejemplo de tutor de resiliencia: «Sin usted, sin la mano cariñosa que extendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, nada habría pasado». .

Es importante entender este fenómeno y buscar formas constructivas de afrontarlo, ya sea como persona indiferente o como persona afectada por la indiferencia de otros.

 

 

 

«Qué es peor, la ignorancia o la indiferencia?

Ni lo se, ni me importa»

 

 

 

 

 

 

 

«En la adversidad, siente tu virtud»

 

 

 

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